sábado, 24 de octubre de 2009

"Petit Indi" y "El erizo": historias de negación de la vida adulta en la Seminci

Garance Le Guillemic es PalomaEn una jornada sobre el paso de la infancia a la adolescencia y la madurez, la Seminci presentó este sábado en su competencia por la Espiga de Oro a la hispano-francesa "Petit Indi", del catalán Marc Recha, y la francesa "El erizo", de Mona Achache, con bastante mejor acogida para la segunda.

Mar Recha nunca ha sido un cineasta fácil. Pertenece a ese movimiento del nuevo cine catalán que hunde sus raíces en el cine de autor europeo más árido, donde escasean los diálogos y las secuencias se prolongan en busca de una discutible poesía visual. ¿Les suena aquello de que algunas de esas películas "se ve crecer la hierba"?...

En "Petit Indi", que concursó sin suerte en el último Festival de Locarno, Recha cuenta la historia de un adolescente que se refugia en su amor por los animales, especialmente los pájaros, en una zona de Barcelona condenada a la desaparición por culpa del desarrollismo, intentando huir de una realidad familiar difícil, con su madre en la cárcel.

El director y guionista, que una vez más evita al máximo la posibilidad de escribir diálogos, ha contado con un buen puñado de actores, entre ellos los muy conocidos Sergi López y Eduardo Noriega, arropando al debutante Marc Soto, quien interpreta al adolescente Arnau, que se aproxima a la traumática realidad de la vida adulta.

"Petit Indi" es una película pesada y fría, y el público aquí en Valladolid la ha tratado con esa misma frialdad, manifestada por un sepulcral silencio tras su proyección en el teatro Calderón.

Bastante más aplaudida fue la francesa "El erizo", opera prima de Moma Achache, quien ha adaptado una popular novela homónima de Muriel Barbery sobre una niña de 11 años que filma a su familia y vecinos mientras espera la fecha de su siguiente cumpleaños para suicidarse.

Si pretende hacerlo es porque odia el mundo de los adultos, a los que considera como peces tropicales en una pecera, y no quiere convertirse en uno de ellos. Si en la novela original la jovencísima e inteligente protagonista, Paloma Josse, escribe un diario, aquí filma a quienes le rodean con una vieja cámara heredada de Super 8.

La otra protagonista principal es la portera del edificio burgués del centro de París donde vive, una mujer que tras su aspecto descuidado es una gran lectora. Ella, Renée, sin embargo, es capaz de interesar al nuevo vecino, un rico japonés apellidado Ozu (sí, como el director...).

"El erizo" funciona exclusivamente en función de la previa aceptación del espectador respecto de un grupo humano poco o nada creible. Es un cuento de hadas, como lo considera su directora y guionista, que puede seducir pero también despertar la incredulidad. Es difícil aceptar a Paloma, una niña hiperinteligente, que piensa, habla, dibuja y filma como una adulta, capaz de convertir a la mismísima Mafalda en una cateta iletrada.

Ayuda mucho el espléndido "casting", encabezado por una mágica Garance Le Guillemic en el papel de Paloma. Ella sí se ha creído su personaje (quien escribe no) y lo defiende con increible verismo.

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