Excepto el superlativo arranque que, como ya comentamos, significó "La ola", en tanto première de la Semana de cine alemán en Cuba, el resto no ha dejado mucho margen al entusiasmo, a decir verdad. Una de las grandes decepciones, por cuanto el nombre a seguir de su joven directora vaticinaba otra cosa, fue "Tardes", pálida y decepcionante adaptación de "La gaviota" (Chéjov).
El vacío existencial, la incomunicación y las angustias de una familia disfuncional, que el excelente narrador y dramaturgo ruso del siglo XIX recreó magistralmente, son perfectamente adaptables a cualquier época y contexto, pero a Angela Schanelec se le escapa la sustancia, la almendra, el sentido. El hecho de que (como se apresuró a declarar) se trate de una versión muy libre, apenas un punto de partida, tampoco es el problema, pues de tales experimentos, algunos muy logrados, está llena la historia del cine. El escollo aquí ha estado simplemente en la incapacidad de la directora para insuflarle interés a esos conflictos, en la innecesaria morosidad del ritmo, que se da el gusto (con gran disgusto para los espectadores) de demorar minutos enteros entre un diálogo y otro, estos de por sí huecos y sosos, como la puesta en escena toda (excepto momentos realmente virtuosos de la fotografía y algunos desempeños decorosos).
Otra que comienza prometiendo un agudo sondeo por una personalidad rara y se "desinfla" a medida que avanza, es "The calling game", de Félix Randau sobre una treinteañera que llama a desconocidos fingiéndose una niña enferma de cáncer, mas rompe abruptamente con ellas cuando esas personas intentan contactarla. Partiendo también de un texto teatral (de Vera Kissel, quien escribió a su vez el guión) la cinta parece ignorar cómo darle un desenlace a un caso que atrapa al espectador en sus minutos iniciales, para abandonarle a su suerte de desencanto irremediable, porque tras la apariencia de profundidad y análisis no hay más que una filosofía de almanaque, y ni siquiera la convincente actuación de Valerie Koch logra cambiar este errado rumbo.
"Del otro lado", de Faih Akin, se proyectaba como uno de los platos fuertes de la semana, y siendo justos, dentro de tan desolado panorama, es de cualquier manera lo mejor, pues se trata de una sólida reflexión en torno a conflictos étnicos y políticos que este cineasta de origen turco trata en su cine, esta vez en torno a seis destinos cruzados teniendo como eje a Nejat, un profesor de filología alemana en la Universidad de Hamburgo. Sólo que, en el inevitable parangón que surge con su título anterior (el tan justamente premiado "Contra la pared"), Akin desciendo unos puntos, pues no logra el amarre de entonces, la fuerza en el sujeto, la coherencia entre todas esas historias, algunas débiles y pobremente diseñadas, como ocurre con ciertos personajes. Mención de todos modos merecen los trabajos de Baki Davrak, Sussanne Staub y la veterana Hanna Schygula.
Por suerte, "Emma, la afortunada / La suerte de Emma", de Sven Taddicken, constituyó, haciendo honor al título, un cierre con bastante suerte para todos: la muestra y sobre todo, el público agradecido. El viejo ítem de la lucha entre "civilización y barbarie" se plasma aquí mediante la relación que nace entre la granjera Emma, toda una "fuerza de la naturaleza" y el citadino Max, que canceroso del páncreas roba un auto donde trabaja, dinero y va a parar a ese paradisíaca finca a punto de perderse ante las deudas de su propietaria, ducha en criar y matar cerdos y gallinas.
Lo mejor de este film es lo acertado de su tono, capaz de resultar vital y humorístico abordando sin embargo temas tan complejos y graves como la muerte, la relación entre diferentes, el erotismo redentor y los siempre difíciles enfrentamientos humanos.
Cinta dura y fuerte que, eludiendo inteligentemente sensiblerías, lugares comunes y peligrosas caídas en el melodrama, crece a cada momento, se torna humanísima, grácil y rotundamente hermosa, a lo cual contribuyen no poco las actuaciones de Jördis Triebel (actriz no profesional) y el conocido y admirado Jürgen Vogel.
